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Ecuador enfrenta un conflicto armado interno. Sin embargo, líderes cristianos motivan a atravesar la oscuridad con esperanza y oración. Una crisis desatada por la violencia criminal que lleva al gobierno a declarar conflicto armado interno. Fundación Bíblica Ecuador destaca unidad de la iglesia en medio del caos. A pesar de pérdidas económicas y desafíos, la ciudadanía busca a Dios para superar la crisis.

 

 

En medio de días oscuros, Ecuador lucha por recuperarse de una reciente ola de violencia que ha dejado varios muertos y decenas de detenidos, llevando al gobierno a declarar un “conflicto armado interno”. La raíz de esta crisis se encuentra en una serie de eventos violentos que comenzaron en prisiones de todo el país a principios de esta semana, desencadenados por la desaparición de Adolfo Macías, líder de la banda criminal Los Choneros.

Soldados intervinieron en un complejo penitenciario, desatando una toma de rehenes por parte de los reclusos, resultando en la fuga de numerosos detenidos, incluido otro líder criminal destacado. La violencia se extendió rápidamente a ciudades y pueblos, donde las bandas de drogas operan sin restricciones.

Ante la gravedad de la situación, el presidente Daniel Noboa ha declarado un “conflicto armado interno”, encomendando al ejército la tarea de “neutralizar” a las dos docenas de pandillas identificadas como “organizaciones terroristas”. Pablo Del Salto, Director General de Fundación Bíblica Ecuador, compartió sus perspectivas sobre la crisis: “Definitivamente la situación es muy compleja, básicamente porque las bandas y los cárteles de la droga se han infiltrado fuertemente en Ecuador”.

Según Pablo, la permisividad hacia estas bandas en gobiernos anteriores ha llevado a las actuales consecuencias. La situación se intensificó con la muerte de un líder, desencadenando una guerra entre bandas que afecta especialmente a jóvenes, obligados a involucrarse.

Especialmente afectada es la provincia de Esmeraldas, en la frontera con Colombia, donde la proximidad a la producción de cocaína ha exacerbado la situación. Actualmente, el presidente ha decretado estado de emergencia y busca amnistía para policías y fuerzas armadas.

La población, por su parte, ha adoptado medidas precautorias, evitando salir por la noche para prevenir problemas con las bandas. En las ciudades más grandes, como Guayaquil o Quito, los saqueos son casi diarios.

El país, que opera virtualmente en un 50%, está sufriendo pérdidas económicas significativas, ya que los turistas evitan Ecuador por la percepción de anarquía. A pesar de todo, Pablo resalta que, en medio del caos, la iglesia está unida en oración y ayuno, ofreciendo una luz de esperanza.

Pablo reconoce la dureza del momento histórico y confía en que el gobierno pueda marcar la diferencia, pero destaca que, ante todo, “estamos doblando las rodillas”. Finaliza mencionando que la ciudadanía busca a Dios, levantando manos y miradas al cielo, confiando en que, aunque atraviesen grandes angustias, el Señor les dará vida y los pondrá a salvo, como se expresa en el Salmo 138:7.

 

Desde Impacto Evangelístico, extendemos nuestras oraciones hacia Ecuador y cada hermano que se ve afectado por las consecuencias de la guerra entre las bandas narcotraficantes. Confiamos en que la mano de Dios será la última en intervenir, llegando en el momento preciso para abrazar y confortar al pueblo ecuatoriano.

 

Fuente: impactoevangelistico.net

 

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