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Con una difícil infancia y varias etapas en las que estuvo a punto de renunciar a todo, un joven huérfano de Sudáfrica reconoce a Dios como el artífice de lo que hoy ha alcanzado: ser doctor.

Sithembiso Madlala fue abandonado por su familia en la infancia, en la cual es el tercero de los cinco hijos de su madre, todos con distintos padres; así, el chico creció solo, porque sus hermanos vivían con sus padres y su madre lo dejó en casa alguien que lo cuidara, debido a ella, Bongi, era alcohólica y bastante violenta a causa de ello.

El carácter de su madre por causa del alcohol le llevó a golpear a su hijo, entre los horribles ataques que sufrió está cuando le perforó el ojo a su hijo con un palo, también lo cortó con un cuchillo en el hombro.

Las denuncias de sus vecinos le llevaron a urgencias y de allí a un servicio social hasta un orfanato.

«Aprendí a cocinar muy temprano para poder comer. Simplemente no entendía dónde estaba o cuándo iba a volver a casa, así que hice lo mejor que pude», contó el joven.

Dentro del nuevo orfanato sufrió acoso por no hablar inglés, «Yo no hablaba inglés, y todos hablaban inglés allí. No podía entender a la gente. En mi primera semana, me ataron a un árbol y me tiraron orina. Fue como un ritual de iniciación», dijo.

En la escuela no se sentía bien pero coloco todo su esfuerzo en entender el inglés y aprender muchas más cosas con libros que distintos misioneros dejaron en el lugar; su determinación le llevó a traducir algunos documentos médicos del inglés al zulú, mientras observaba el trabajo de los profesionales de la salud mientras crecía.

Este ejemplo hizo que maestros y médicos voluntarios llegaran hasta el orfanato a trabajar en favor de todos.

Cuando tuvo 12 años tuvo contacto con el pastor de jóvenes Warren Holland, quien hacía devocionales con los niños del orfanato todos los días antes de ir a la escuela, por lo que empezó a sentirse atraído por Dios y su palabra.

«Quería saber más sobre este Dios del que hablaba Warren», explicó.

«Me di cuenta de que necesitaba a Cristo en mi vida. Cuando eres niño, es difícil pensar que eres un pecador. Jesús murió porque mis pecados lo pusieron allí. Necesitaba salvación», dijo una vez que escuchó la palabra de Salmos 119:9.

Por un tiempo fue puesto como encargado de la escuela dominical mientras estudiaba la secundaria, donde reafirmó su vocación de ser doctor tras haber tenido la experiencia cercana con otros especialistas.

“Esto es a lo que Dios me estaba llamando”, dijo sobre hizo la solicitud de ingreso a la Universidad de Witwatersrandm, donde comenzó a estudiar en 2015 adaptándose a los cambios culturales y la divergencia.

«En los orfanatos, nunca tuve que administrar el dinero y no había mucha libertad personal. Ahora tenía toda esta libertad y tenía que administrar el dinero gastado. Había tentaciones como el alcohol y las drogas. Pasaba el rato con blancos ricos. Era como si hubiera pisado otro planeta», recordó.

Pero a pesar de las tentaciones, él eligió ser fiel a Jesús y bautizarse en una iglesia local, lo que le ayudó a superar cada momento difícil que había vivido.

“Cuando me convertí en cristiano, mis prioridades cambiaron. Eso fue lo que me ayudó a superar las pruebas más duras en la universidad”, dijo citando Salmo 119:9 sobre los jóvenes y la fe.

«Cuando estoy triste o en problemas y no sé qué hacer, o cuando me siento deprimido y estoy trabajando muy duro. La Palabra de Dios me hace pensar en lo que es importante», agregó.

El testimonio brindado a Christian Today reveló que hoy trabaja en tres hospitales de la ciudad de Pietermaritzburg, provincia de KwaZulu Natal, rodeado de profesionales veteranos para seguir adquiriendo conocimientos.

Además de convertirse en traumatólogo, quiere crear una organización benéfica para ayudar a niños como él.

«Quiero que más niños sepan qué oportunidades hay para ellos. Creo que muchos niños no escuchan en las escuelas del condado todas las cosas que pueden hacer en la vida», contó.

Ser graduado de Witwatersrand, se lo atribuye a Dios y al plan que cumplió para llevarle a ese propósito.

“Pienso mucho en la provisión de Dios. Los voluntarios del orfanato, las personas que pagaron mis gastos durante mis años universitarios. Dios puso a todos en mi camino. Dios proveyó todo a través de ellos”, expresó.

“No estaría aquí si no fuera por otras personas que se tomaron el tiempo de sus vidas para ayudarme y servirme. Y a su vez, ahora también me dedico a servir a los demás”, concluyó.

 

Fuente: Noticiacristiana.com

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