El autor del tiroteo en El Paso (Texas), que dejó al menos 20 muertos y 26 heridos, colgó en una web de supremacistas blancos un manifiesto de cuatro páginas en el que desgranaba su odio contra los hispanos y otros inmigrantes. «violencia racista«
Si aún quedan preguntas, él mismo podrá contestarlas, porque está vivo y en custodia policial.
«¡Ay, Dios mío!», se escucha suspirar en español a una mujer tras la traca de disparos, grabada en un teléfono desde el suelo.
No es casualidad que entre la violencia racista en la que vivía dejara fallecidos al menos tres ciudadanos mexicanos, además de seis heridos, entre ellos una niña de diez años.
El joven de 21 años cuya última dirección conocida se halla en un suburbio de Dallas, a casi mil kilómetros de distancia, eligió El Paso porque tiene casi un 80% de hispanos.
Los odia porque «tomarán el control del gobierno local y estatal de mi amado Texas», escribió. «La abundante población hispana en Texas nos convertirá en un bastión del Partido Demócrata», violencia racista
Dos días antes el senador republicano Ted Cruz había advertido sobre la violencia racista en una entrevista de que su partido no puede dar por hecha la victoria en Texas, sin la cual se desmoronaría la reelección de Donald Trump.
La prensa recordaba que desde el último censo de 2000 el Estado tiene casi dos millones más de habitantes, y más de la mitad de estos son hispanos.
¿Lo leyó el pistolero cuyo nombre no vale la pena repetir para no contribuir a la gloria que buscaba? En su manifiesto racista titulado como el documental de Al Gore, ‘Una verdad inconveniente‘, dice que no lo planeó mucho: «Tenía que hacerlo antes de que perdiera los nervios».
Tampoco dio mucha oportunidad a la Policía para interceptarlo.
El primer intento de colgar el documento en la página de 8chan el foro de mensajes ultraderechistas fue apenas 24 minutos antes de que llegara la primera llamada al número de emergencias, lo que hace pensar que lo hizo desde su coche.
Eligió un hipermercado de la cadena Walmart, demonizada por los amantes de las armas desde que subió la edad legal de 18 a 21 para comprar rifles automáticos en sus establecimientos.
El fin de semana, además, Texas incentivaba las compras eliminando el impuesto equivalente al IVA.
Los mexicanos de Ciudad Juárez, al otro lado de la frontera, aprovechan rutinariamente la oferta para adquirir el material de la vuelta al cole, que en Texas empieza a mediados de este mes.
El centro comercial de Cielo Vista estaba lleno.
El aviso, escrito como si el tiroteo ya hubiera ocurrido, no decía en qué ciudad.
Para la Policía habría sido imposible impedir la masacre a ciegas y en 24 minutos, pese a que las alertas saltaron de inmediato en el FBI, al estar mencionado en el documento que los administradores de la página retiraron «casi de inmediato», observó la web de investigación Belingcat.
Aun así, tres personas alcanzaron a escribir comentarios, algunos pidiendo que lo repitiera «cada ‘shabbat‘», o sea, cada semana, y muchos cumplieron con la encomienda de reenviarlo. «Haced vuestra parte y difundid esto, hermanos», les pidió.
Fue a regañadientes, y no por escrúpulos ante la sangre que iba a derramar, sino por «el cero esfuerzo» con que estaba escrito.
Dentro del centro comercial todavía desconocían que estaban a punto de morir.
El chico con traje de faena que captaron las cámaras de seguridad al entrar se puso unos cascos para protegerse los oídos del sonido de sus disparos y unas gafas de plástico, como si fuera a hacer prácticas de tiro.
Cruzó la puerta y empezó a disparar aleatoriamente contra las alegres familias que se movían entre los percheros de ropa, mientras todos corrían a esconderse. Pop… pop… pop… POP-POP-POP. «¡Ay Dios mío!», suspiraba la mujer escondida debajo de un banco.
La Policía tardó seis minutos en acudir y 25 en detenerle desde la primera llamada de auxilio.
Había dicho que «probablemente» moriría, pero no opuso resistencia.
Una mala copia del tiroteo de Nueva Zelanda de marzo contra dos mezquitas que le inspiró, junto con los libros que leía Timothy McVeigh antes de atentar en 1995 contra el FBI en Oklahoma.
«Pensábamos que internet iba a ser la última maravilla para la democratización y resulta que ha servido para conectar a todos estos terroristas e inspirar a otros muchos», se lamentó el ex-comisionado de Policía de Nueva York Bill Bratton.
«¿Cómo se previene esto?».
Desde su campo de golf de Bedminster, Donald Trump acudió raudo a las redes para distanciarse de lo que lleva su nombre grabado por todos lados.
El asesino había tuiteado una foto con armas que formaban el apellido Trump y se había sumado a las campañas de #BuildTheWall. «Fue un acto de cobardía», le condenó su ídolo para evitar la responsabilidad.
«Sé que estoy con todo el país al condenar este acto de odio».
Dos de los candidatos demócratas que aspiran a enfrentarse a él son de Texas, el exalcalde de San Antonio Julián Castro y el de El Paso Beto O’Rourke.
Consternado por la tragedia de su ciudad, una de las más seguras pese a estar en la frontera y tener 700.000 habitantes, O’Rourke no le dejó escapar.
«Desde que tenemos a un presidente que llama a los mexicanos violadores y criminales los crímenes de odio aumentan más», dijo, en inglés y español. «Intenta que nos asusten.
Es un racista y aviva el racismo en nuestro país», le acusó sin remilgo.
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Fuente: https://www.diariosur.es/