Orar es una de las disciplinas más básicas e importantes de la vida Cristiana. Todos sabemos que tenemos que orar, pero ¿qué es orar? ¿Cómo se ora? Si Dios lo sabe todo, ¿cuál es el propósito de orar?
¿Que significa orar?
Ante esta pregunta, usualmente se escuchan cinco palabras – repetidas desde escuelita bíblica hasta los adultos que entregaron sus vidas a Cristo ayer:
“Orar es hablar con Dios.”
Muy bonito y todo, pero es una sobre-simplificación de lo que verdaderamente es orar.
¿Por qué?
Porque la Biblia dice que hay una manera incorrecta de dirigirse con Dios.
Eclesiastés 5:1-5 nos advierte que tenemos que cuidar la manera en la cual nos acercamos a Dios:
“Acércate más para oír que para ofrecer el sacrificio de los necios, quienes no saben que hacen mal.”
Además, nos dice que nuestras palabras sean POCAS.
Si vemos lo que Jesús nos enseñó y cómo los discípulos oraban, nos damos cuenta que la oración tiene más que ver con Dios y Su voluntad que con nosotros y nuestras peticiones.
Por lo tanto, la oración es la búsqueda de la voluntad de Dios y el medio por el cual hacemos que Su voluntad sea la nuestra.
¿Cuál es el propósito de orar?
El propósito principal de la oración no es sólo presentarle a Dios nuestras peticiones, sino conocer la Voluntad de Dios.
Cuando decimos “en el nombre de Jesús”, se nos olvida que estas no son unas palabras bonitas para indicar que estamos terminando una oración. Decir “en el nombre de Jesús” es decir “en representación de Jesús.”
Esto significa que estamos orando (o se supone que estemos orando) por aquello que Jesús oraría. Lo único que Jesús oró para sí mismo fue que se hiciera la voluntad del Padre por encima de la propia (Mateo 26:39, 42, 44).
El hecho de que Dios sepa nuestras peticiones no significa que no tenemos que orar – porque nuestro propósito primordial de orar es buscar la voluntad de Dios, no que nos conceda nuestras peticiones.
Por esto es que Dios no siempre contesta nuestras peticiones – no todas van de acuerdo con Su voluntad. El hecho de que se ore “en el nombre de Jesús” no garantiza una petición contestada. Como dice Santiago:
“Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.” (Santiago 4:3)
¿Cómo se ora?
Hay unos parámetros que tomar en consideración en el momento de orar, al igual que unas cosas que deben ser incluídas.
La mejor referencia que tenemos es en Mateo, capítulo 6 (versículos del 5 al 13). La estructura y el contenido de la oración modelo que dio Jesús revela cosas muy interesantes:
Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.
La oración es un acto de humildad. La recompensa de los que quieren ser vistos orando es esa: ser vistos. Dios no escucha oraciones orgullosas; los que oran con orgullo hablan con ellos mismos (Lucas 18:9-14).
Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis.
¿Te acuerdas de lo que leímos en Eclesiastés? Nos acercamos para oír más que para hablar. El hecho de que Dios sabe de lo que tenemos necesidad antes de que la pidamos debe ser motivo de paz; ¡así no tenemos que pedir tanto por lo nuestro, sino en saber cuál es la voluntad de Dios! El hecho de que Dios sabe y se ocupa de lo que nos preocupa nos da más espacio para buscarlo a Él y lo que Él quiere.
Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.
Primero, Jesús reconoce a quién se dirije; se humilla ante la realidad del Dios Padre. Luego, le adora. Un fruto de alabanza que confiese Su nombre. Nuevamente, un acto de humildad. Reconociendo que estás en la precencia de un Dios santo – ¡y que tú no lo eres!
Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.
¡Aquí está! Peticiones del corazón de Dios: que venga Su reino y que se haga Su voluntad. No es nuestra voluntad, sino la de Él.
El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.
Ahora sí: las peticiones personales. Nota que se basan en necesidades y no deseos ni caprichos. Y nota que habla en plural, no para sí solo.
Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.
Esta parte Jesús la explica en los versículos 14 y 15 de este mismo capítulo: sencillamente, si no perdonamos Dios no nos perdonará. La oración es un momento de entender que la voluntad de Dios es que, “en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres” (Romanos 12:18). Esto nos ayuda a cumplir esa petición del corazón de Jesús sobre nosotros “ser uno,” así como Jesús y el Padre son uno (Juan 17:21).
Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.
Por último, oramos para que Dios nos guíe y nos cuide en medio de las tentaciones y el mal. Recordándonos que estamos en el mundo, pero no somos parte de él.
Y, por supuesto, terminamos con una alabanza.
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Notas Finales
Una oración larga no es sinónimo de una mejor oración
La oración modelo de Jesús son alrededor de 70 palabras (dependiendo de la traducción que utilices) y puede ser recitada en menos de 30 segundos. No hay NADA en la Biblia que diga que las oraciones largas son mejores que las cortas. Lo que la Biblia recomienda es consistencia, no duración. No te sientas como un mal Cristiano porque se te hace difícil orar por más de 15 minutos. Gloria a Dios por los que oran por mucho tiempo, ¡pero no hay nada en la Biblia que indique que esas personas son más espirituales que los que oran mucho menos que eso!
NO es bíblico orar por algo una vez y “dejarlo en manos de Dios.”
El ejemplo bíblico es de persistir y perseverar en oración, ¡no de orar una vez y olvidarse del asunto! (Lucas 10:5-10; Lucas 18:1-8). Orando todo el tiempo, constantemente buscando la dirección y voluntad de Dios. ¿Esa petición importante? Persevera en ella, pero recuerda que hay buenas razones para que Dios no conteste tu oración.
Se intencional en tu tiempo de oración
Se insistente en sacar un tiempo de oración todos los días (¡no tiene que ser muy largo!) donde puedas orar y leer Biblia para que puedas conocer cuál es la voluntad de Dios y andar por ella. ¡Hazlo una ofrenda de tu tiempo!
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Fuente: verdadyfe.com